(...)
En las imágenes de
Fotografías de un diario, algo ha sucedido o va a suceder, incluso,
tal vez nunca suceda, pero Oscar Molina hace de ello la manifestación
primaria de una conciencia que es a la vez presencia y ausencia. Presencia
a través de un compromiso emocional con las infinitas contingencias
de lo experimentable; ausencia en tanto que cada imagen es un precipitado
de múltiples niveles de experiencia, no sólo la del fotógrafo
sino también la del mismo espacio y la de todo lo que lo habita y lo
comparte.
Por ello, en este particular diario, los detalles ínfimos, los acontecimientos
menores y aparentemente fortuitos, se revelan como los signos mismos de lo
que en realidad está ocurriendo en la imagen, como una sombra proyectada
sobre el suelo o la forma de una nube. Hasta tal punto son para Oscar Molina
significativos estos detalles que se podrían reducir y aislar, transformándolos
en grandes acontecimientos en sí mismos. Lo que a primera vista pudiera
parecer una azarosa presencia, en realidad, se torna en pauta de ordenación
y sentido de los elementos de la imagen. Entonces nos encontramos imágenes
en que las formas imprevisibles del azar se impregnan del éxtasis de
la composición, y la compacidad del mundo se disuelve en la percepción
de lo infinitamente minúsculo, móvil y leve. En cambio, en otras
ocasiones Oscar Molina recurre a la palabra escrita para, más allá
del título informativo, provocar lo que Barthes llamó el poder
alucinatorio de la fotografía que lanza las imágenes más
allá de lo que ellas dan a ver. (...)
Enric Mira Pastor
Extracto del texto para el libro: Oscar
Molina. Colección PhotoBolsillo. Nš 26. La Fábrica. Madrid,
2000.