Hoy miro estas imágenes desde la perspectiva de casi 20 años y supongo que de una u otra forma han supuesto las bases, o al menos el comienzo, de una práctica que a lo largo de todo este tiempo me ha servido para mucho más que hacer fotografías.
Con el tiempo he intentado entender, diferenciar y combinar la filosofía y actitud subyacente en el proceso de creación de esas primeras fotografías respecto a la actitud que actualmente conforma el substrato conceptual de mi trabajo y práctica de la fotografía. El arco del tiempo transcurrido traza una línea que parte de una preocupación respecto al resultado y el contenido, hacia una atención actual especialmente enfocada en el proceso mismo del acto creativo, la importancia del texto y del contexto en el discurso y el papel del espectador en el juego de las transacciones entre autor, obra y espectador.
No levantaba muchos centímetros
del suelo cuando por primera vez en mi vida vi una fotografía. Esa
primera sorpresa en lo que me parecía que ese papel tenía de
documental fue dejando paso a otros hallazgos, otras sorpresas, hasta llegar
a entender que aquello que me sorprendió en esa primera copia no era
lo único verdaderamente valioso de la fotografía, o al menos
ya no lo es.